No quiero terminar con regusto tan amargo. Escribiendo este comentario me doy cuenta de que no he dicho nada agradable, ha sido de reseñas más nihilistas que he escrito. Es por eso que me gustarÃa terminar con una nota de esperanza, que es, de hecho, cómo finaliza Trigo su novela. Durante cuatrocientas páginas el extremeño golpea inmisericorde todas las ignominias del pueblo español, las confronta sin rubor. Uno de sus personajes, un joven señorito cosmopolita, critica sistemáticamente todos esos males y envidia las luces de Francia o Inglaterra, pero luego en La Joya se comporta como el señorito que es. Su hipocresÃa es evidente, y asà nos lo hace ver, para sorpresa de todos, el propio Jarrapellejos, pues miserias, indignidades, injusticias y vergüenzas nacionales tienen todos los paÃses en mayor y menor grado. Hay un diminuto destello esperanzador para todos, incluso para paÃses como el nuestro. Asà lo creÃa Felipe Trigo, motivo por el cual escribÃa lo que escribÃa, pues un hombre que da la vida por su paÃs, en cierto sentido, creo que se niega a reconocer que ha estado a punto de dar su vida en vano.
Es por eso que, con esta extensa y alargado comentario, me gustarÃa reivindicar su figura y su obra, olvidada por los manuales de literatura, los planes de estudio y, en última instancia, la sociedad. Aunque, bueno, muchas figuras importantes se seguirán olvidando viendo los planes de estudio que hay y habrán. Pero eso es otra historia...
Me ha resultado una lectura muy interesante, Felipe Trigo es un autor que merece mas reconocimiento del que tiene. Es una novela escrita al estilo naturalista de Zola, cumple con creces su objetivo de denunciar una situación, desde luego yo he acabado indignado ante las cosas que pasaban hace algunos años en este paÃs, algo hemos mejorado, no demasiado pero sà un poquito. En primer lugar está la denuncia del caciquismo en la figura de Jarrapellejos, hombre todopoderoso, dueño y señor de un pueblo extremeño, un lugar donde nada se hace sin el consentimiento del cacique, donde la desigualdades de clase son brutales. Por otra parte sorprende, en una novela publicada en 1914, la denuncia del acoso sexual a que se veÃan sometidas las mujeres humildes, violadas, acosadas, prostituidas, sus virginidades vendidas al mejor postor, lo peor del patriarcado en toda su crudeza. Lo peor del libro es el estilo algo anticuado de Trigo, laÃsmos atroces, uso extraño de los pronombres reflexivos, pero a medida que he ido leyendo me ha molestado menos esto y al final casi no lo notaba.
Contexto: el personaje de Octavio termina su ronda de visitas a enfermos del pueblo, horrorizado ya por sus malas condiciones de vida y las enfermedades que asolan a una clase obrera que, con su trabajo, mantiene a la burguesÃa local.
«Octavio sentÃase sin valor para seguir. El cuerpo le picaba. CreÃa tener sarna, sarampión y todo lo tenible. Un entierro los cruzó; el sacristán, el cura y la caja de caridad del Municipio. Ni un alma detrás. Era el cadáver de aquel hidrópico infeliz, cuya mujer murió de parto, por la siega. Cuando partÃan de otra casa, les alcanzó la vieja, que iba ya pregonando los peces. -"¡A las bogas, las bogas, las bogas... frescas y vivas!..."
-¡°ä²¹°ù²¹³¦´Ç±ô±ð²õ!
Juan, tristemente callado hasta entonces, comentó:
Me ha encantado la forma de contar la historia, la descripción de la vida en la Extremadura de hace un siglo, con sus caciques, sus campesinos, los nuevos ilustrados, los jóvenes que se encuentran con la vida o los que ya están de vuelta de todo. Pero lo mejor de todo es que hay una historia detrás, un historia de crÃmenes y sus consecuencias, que critica el sistema judicial, la investigación policiaca, los intereses polÃticos y las componendas para dejar satisfechos a los poderosos. Una novela dura, con situaciones terribles narradas desde el naturalismo y que acaban haciendo pensar cómo hemos evolucionado en pocos años y cuántos restos de esa mentalidad aún quedan ocultos.